La fundadora de este restaurante fue María Guadalupe Espinoza de Servín, que junto a su hija Rebeca, preparaban enchiladas que pronto se hicieron populares. Con el paso de los años, incorporaron los tacos de picadillo, que rápidamente se ganaron el cariño de los clientes.
Desde las seis de la tarde, el aroma de la comida atraía a comensales que encontraban en el lugar no solo un platillo delicioso, sino también un trato cálido y familiar.
En 1945, sobre la esquina de las calles Juárez y Aramberri, arrancó la historia de uno de los restaurantes más emblemáticos de Monterrey: la Taquería Juárez. Lo que inició como un modesto negocio de enchiladas por las tardes, con el tiempo se convirtió en un referente culinario para los regiomontanos.
Gracias al esfuerzo y dedicación de María y su hija, la pequeña taquería creció con el tiempo, consolidándose como un espacio lleno de tradición y buen servicio que es altamente reconocido por todos los habitantes regiomontanos.
Más que un simple restaurante, la Taquería Juárez es un símbolo de tradición familiar y amor por la cocina. Con cada taco y enchilada servida, sigue dejando huella en Monterrey y manteniendo vivo el sabor de su historia.
Hoy en día, el legado de la Taquería Juárez continúa a través de sus nietas: Laura Gerardina, María Guadalupe, Verónica Francis y Rosa Isela Rodríguez Servín. Ellas han mantenido el compromiso con la calidad y el sabor auténtico que caracteriza al restaurante, asegurándose de que cada platillo conserve la esencia con la que su abuela conquistó a los regiomontanos.